Durante los meses de mayor afluencia, adquirir entradas de manera presencial para Machu Picchu se ha vuelto una causa de descontento tanto para los visitantes como para las agencias turísticas. La opción de compra en taquilla, habilitada solo en Aguas Calientes, ha provocado extensas filas y restricciones que impiden a los turistas acceder al santuario el día que llegan, forzándolos a quedarse en el área y elevar sus costos en hospedaje y comida.
El mecanismo vigente permite que solo un número reducido de entradas se ofrezca físicamente, mientras que la mayoría se comercializa mediante plataformas virtuales. Esto genera una expectativa entre los viajeros que no consiguen boletos en línea y se trasladan hasta el pueblo con la esperanza de adquirirlos en ventanilla. Sin embargo, una vez allí, enfrentan restricciones y filas extensas que complican la planificación de su visita y, en muchos casos, les impiden acceder al sitio arqueológico en la fecha deseada.
Efecto sobre la percepción y vivencia del viajero
Para Juan Stoessel, quien es vicepresidente de la Cámara de Turismo del Cusco, lo que ocurre no es casualidad, sino la consecuencia de un sistema que incentiva a los turistas a quedarse más tiempo en Aguas Calientes, lo que aumenta sus gastos. «La situación en Aguas Calientes es desastrosa. Los turistas, tanto locales como internacionales, están grabando estas filas y compartiéndolas en redes sociales. La reputación del país se está viendo seriamente perjudicada», comentó.
Aunque el Ministerio de Cultura había anunciado la puesta en marcha de medidas a partir del 1 de agosto, Stoessel sostiene que la situación no solo continúa, sino que se ha agravado. La venta en persona permanece restringida a mil entradas por día, lo cual, de acuerdo con los empresarios del sector, fomenta el caos y posibilita actividades que retrasan la entrada de los turistas a la ciudadela inca.
Perspectivas y gastos extras para los turistas
El principal inconveniente inicia con la existencia misma de la venta física. Un porcentaje significativo de entradas disponibles cada día solo se expende en ventanilla, generando una expectativa que obliga a los turistas a permanecer en Aguas Calientes. Este traslado y espera implican un gasto adicional que ha incrementado hasta un 100 % en alojamiento y alimentación, afectando directamente a quienes dependen de esta modalidad para ingresar a Machu Picchu.
Rosendo Baca Palomino, gerente de la Gerencia Regional de Turismo del Cusco, confirma que estos incrementos en los costos impactan negativamente en la experiencia de los visitantes, aumentando su frustración y contribuyendo al caos registrado en las inmediaciones del pueblo.
Propuesta de solución: digitalización completa de la venta
Stoessel sugiere que la única medida efectiva sería aplicar un modelo similar al de otros destinos internacionales: comercializar la totalidad de las entradas mediante plataformas digitales y ofrecer físicamente solo aquellas que queden disponibles. Actualmente, de las mil entradas asignadas a la venta en ventanilla, solo se expenden entre 350 y 400 diariamente, lo que refuerza la percepción de un negocio que incentiva que los turistas prolonguen su estadía y consuman en Aguas Calientes.
“La idea es que la gente no entre a Machu Picchu ese día, sino que permanezca varios días consumiendo en el pueblo”, advirtió Stoessel, quien calificó la situación de obligar a los visitantes a quedarse contra su voluntad como un escenario de “casi secuestro”.
Asuntos empresariales e interrogantes morales
La cuestión se extiende más allá de la logística: hay intereses financieros que dificultan la experiencia para los visitantes. La restricción en la venta de entradas en persona no solo provoca expectativas insatisfechas, sino que también fomenta un circuito de consumo en la comunidad, lo que aumenta los ingresos para algunos integrantes del sector.
Mientras la temporada alta continúa, turistas y empresarios del turismo en Cusco buscan soluciones que permitan un acceso más transparente y eficiente a Machu Picchu, minimizando gastos adicionales y evitando que la frustración por largas filas y restricciones empañe la visita a uno de los destinos más emblemáticos del país.
