Un año después de las polémicas elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela, el país continúa enfrentando profundas divisiones políticas y un creciente deterioro económico y social. Las acusaciones de fraude por parte de la oposición, que aseguró que hubo irregularidades en los resultados y presentó actas que demostraban la victoria de Edmundo González, no han sido resueltas, y la situación sigue generando tensión. A pesar de la falta de claridad y la crisis de legitimidad que envuelve al gobierno de Nicolás Maduro, el chavismo ha mantenido un control casi total en el país.
Las elecciones municipales y regionales de este año se han definido por una notable falta de participación, sobre todo en la oposición, que ha pedido a sus partidarios no asistir a los procesos de votación. Esto ha facilitado que el oficialismo refuerce su dominio sobre la mayoría de las entidades federales y jurisdicciones del país. No obstante, el poder político del gobierno ha venido junto a un crecimiento de la represión, la subida de los precios y la depreciación de la moneda nacional, impactando directamente en los habitantes de Venezuela.
Efectos financieros y la competencia por la extracción de petróleo
Uno de los elementos más impactados por la crisis política es la economía de Venezuela, la cual sigue enfrentando las consecuencias de las sanciones exteriores, la disminución de los precios del petróleo y la carencia de inversiones. Después de la controversia sobre la validez de los resultados de las elecciones presidenciales, la administración de Donald Trump optó por revocar la licencia que autorizaba a Chevron a operar en Venezuela, afectando de manera directa la extracción de petróleo en el país, esencial para su economía.
No obstante, hace poco, Trump optó por anular esta política, lo cual podría beneficiar a la producción de petróleo. Pese a que ciertos analistas afirman que el aumento en la producción no será notable debido a la significativa disminución en años recientes, esta acción podría contribuir a estabilizar en parte la economía de Venezuela. Aun con este incremento, los analistas indican que los pormenores sobre cómo se aplicará la licencia siguen siendo ambiguos, y no se sabe si abarcará también a otras compañías extranjeras como Eni de Italia o Repsol de España.
La comercialización de petróleo venezolano, con un enfoque principal en China, ha sido un elemento crucial en la economía. No obstante, las sanciones impuestas por Estados Unidos han forzado a Venezuela a vender su petróleo a precios reducidos y a enfrentar mayores gastos en transporte y seguros. Esto ha disminuido aún más los ingresos nacionales, reflejándose en la depreciación del bolívar y la elevada inflación, que han impactado especialmente a los empleados del sector público y a los pensionados. El sueldo mínimo continúa siendo insuficiente para cubrir los costos de la canasta básica, lo que empeora las condiciones de vida de la población.
La represión y el miedo como herramientas de control político
Otro efecto evidente de la situación política en Venezuela es el ambiente de temor que se ha instaurado en la población. La represión de las manifestaciones, que surgieron tras los disputados resultados de las elecciones presidenciales, resultó en miles de detenidos, entre ellos niños y adolescentes, muchos de los cuales fueron acusados de «terrorismo» y enfrentaron procesos judiciales que se consideran arbitrarios y con motivaciones políticas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha denunciado el empleo de lo que llama «terrorismo de Estado», indicando que las detenciones fueron principalmente arbitrarias y no se respetaron los procedimientos legales.
En este entorno opresivo, los ciudadanos de Venezuela enfrentan la continua posibilidad de ser detenidos sin aviso previo ni comunicación con sus seres queridos o representantes legales. Las desapariciones forzadas se han vuelto una táctica habitual, provocando un ambiente de incertidumbre y desalentando la implicación en asuntos políticos y sociales. Muchas personas sienten miedo de hablar en público, unirse a manifestaciones o incluso discutir temas políticos, debido al miedo de ser capturados.
Este temor ha reducido aún más la fuerza de la oposición, que ha visto a sus líderes más prominentes obligados a exiliarse o a ocultarse. María Corina Machado, una de las personalidades más destacadas de la oposición, ha instado repetidamente a la abstención, señalando que el camino electoral en Venezuela está bloqueado debido al dominio total que tiene el chavismo sobre el sistema político.
La problemática del sistema electoral y la falta de confianza extendida
La desconfianza en el sistema electoral de Venezuela se ha agudizado, no solo debido a la falta de transparencia en los resultados de las elecciones presidenciales de 2024, sino también a la manipulación de los comicios locales y regionales. A pesar de los intentos del oficialismo por mostrar una imagen de democracia, los datos demuestran que la participación en las elecciones ha sido muy baja. En las recientes elecciones legislativas y regionales de mayo, solo el 25% de los votantes se presentaron a las urnas, un reflejo de la apatía generalizada y el rechazo de la oposición al proceso electoral.
El gobierno chavista ha capitalizado la apatía y la escasa participación ciudadana para consolidar su dominio sobre las instituciones del país. Maduro ha proclamado su «triunfo histórico» al obtener 285 de los 335 municipios en los comicios municipales, evidenciando el grado de control que el partido oficialista ha conseguido en la nación. No obstante, la distorsión del sistema electoral ha provocado un aumento del descontento tanto en el interior como en el exterior de Venezuela.
La desconfianza en el sistema electoral también ha contribuido al rechazo de la oposición a participar en futuras elecciones. Los líderes opositores, como María Corina Machado, han advertido que la única forma de cambio en Venezuela será a través de una alternativa que no dependa del proceso electoral controlado por el gobierno.
Un año de crisis política, económica y social
Un año tras las elecciones presidenciales de 2024, Venezuela permanece sumida en una crisis de múltiples dimensiones. A pesar de que el chavismo mantiene un dominio total sobre el poder, la crisis de legitimidad continúa, y la población vive en un ambiente de represión, temor y desconfianza. La economía sigue deteriorándose, con una inflación descontrolada, una devaluación persistente del bolívar y una producción petrolera que no logra recuperarse de manera apreciable. Mientras tanto, la oposición se encuentra debilitada y fragmentada, y el futuro político de Venezuela sigue siendo incierto.
